martes, 6 de septiembre de 2011

Res cogitans


Sentada en una callecita de La Boca, la de las vías, ¿viste? miro autos, camiones, motos, bicicletas pasar, también pasa la gente, sola o acompañada, con niños, con parejas, con pensamientos. Por las laterales andan el 33, creo, y el 53 -recién paso una nena con un guardapolvito a cuadros celestes y blancos, con su mamá, con sus hermanos e intercambiamos una mirada y una sonrisa-. Pasan más colectivos pero desconozco sus números.
Escucho música, veo las hojas en el suelo rodar; la calle por unos instantes queda vacía - ya no, otra nena, casi con el mismo guardapolvo que la anterior, con su mamá y un bebe, la miré y me miró, le sonreí, pero ella no-.
Ahora entonces sí quedé sola en la calle con los árboles, va tan sola no, estoy con mis pensamientos que van y vienen tratando de encontrar el llanto que siento, se quedó trabado y se transformó en indiferencia. Lo más perturbador, lo que me hace girar en pensamientos es que va más allá de la nada misma, se que me provoca algo más que no puedo soltar.
Un hombre pasa en bicicleta y ahora otro en moto y uno caminando. Detrás vienen una estudiante, un muchacho y una familia (mamá, papá e hijo).
Ahora un micro y en mis oídos canta Manu Chao.
Observo esta hermosa calle que lleva el nombre Garibaldi; y pienso, que lindo serían unos mates. Vuelvo a pensar (¿en volar?), pienso en pararme, prenderme un pucho y echarme a andar.
(Ahí vienen más personas) Chau.

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