lunes, 16 de julio de 2012

VidaLa

Las mareas cerebrales
La sangre en la nariz 
La noche que me juraste tu (no) amor
Las veces que pensé cómo era posible 
que los inquietos auriculares,
una vez puestos perfectamente en un bolsillo,
se volvieran a enredar,
como si su condición fuese aquella,
como si fuese obligatorio que permanezcan así
para que cuando los volmamos a sacar y emitamos
algún signo de rabia, porque los muy malditos
se enredaron solos, a p.r.o.p.o.s.i.t.o, aprendamos,
tal vez, a conseguir esa paciencia que reclama
el acto de des-enredarlos,
y al fin poder poner la tan ansiada canción en
nuestros oídos, para que nos llene o nos
destruya el alma
o simplemente para mover los pies o las manos.
Los cigarrillos
Las sábanas sudadas de sexo sin amor
El ruido de la pava cuando hierve 
el agua para el mate
El olor de una cajita Fenoglio que tenía chocolates
Lo abrumador de lo cotidiano
El amor sin ganas
Las palabras desperdiciadas
La felicidad inmensa de entrar a casa después
de una noche cansada
El mate,la yerba y el agua
Los libros, el amor, las p a l a b r a s
El pensamiento hermoso, ¡Ay! pensamiento libidinoso,
¡Ay de ti! tan ABRUMADOR
La vida, un café
La vida, un
La vida,
La vida
La.